Es por ello necesario comenzar a utilizar desde la más temprana edad, recursos y procedimientos para que el niño pueda pasar de las acciones concretas a las abstractas de la manera más natural para ellos como es a través del juego, de manera lúdica.
Tanto el tiempo como el espacio requieren de una verdadera construcción por parte del niño, que ira diferenciando el tiempo personal, del histórico (que pertenece a los hechos colectivos que se cuentan en duraciones y periodizaciones sociales) y su espacio vivido, del geográfico, representado convencionalmente. Los conceptos de tiempo histórico y espacio geográfico son construcciones disciplinarias y para su logro es indispensable que los alumnos atraviesen por procesos de conceptualización y de generalización. Como sabemos, el tiempo de los acontecimientos históricos se asienta sobre las ideas y nociones temporales alcanzadas previamente por el niño en lo personal.
Cada niño tiene su historia y de ella habremos de partir, para eso nos podremos valer de recuerdos, testigos, documentos, fotos, etc. Con respecto al alumno de Jardín de infantes, debemos recordar que las características de su pensamiento influyen en la organización del mismo, pues al encontrarse en el pensamiento egocéntrico, ubica todo, solo en relación con “su” tiempo (no comprende por ejemplo, que el mundo haya existido antes que el y que seguira existiendo después) vive su tiempo personal y se refiere al mismo en relación a sus experiencias diarias en contextos próximos (su familia, su jardín, etc.). Además, capta la duración en relación y unida también a su propia acción, el “antes”, por ejemplo, es “antes de ir al parque”. En el interjuego del tiempo y el espacio, se estructuran relaciones causales y multicausales, estas harán las Ciencias Sociales comprensivas y explicativas.
Recordemos que el niño de este nivel, se encuentra en pleno proceso de individualización y socialización y su pensamiento es egocéntrico. El mundo es como le parece, no puede salir de su punto de vista, al comienzo no se percibe a si mismo como sujeto separado y distinto de los objetos. Esto caracteriza el realismo de su pensamiento. El niño cree que todo aquello en lo que piensa, existe, aparece y se manifiesta. Pero paulatinamente irán desapareciendo las llamadas filosofías interinfantiles, resultantes del egocentrismo y del sincretismo.
Desde el Nivel inicial debemos estimular esta construcción al promover experiencias que provoquen en los alumnos conflictos cognitivos (Induciéndolos a establecer relaciones y confrontar sus diferentes puntos de vista) al observar y analizar diferentes contextos de la realidad e intentar comprender su entramado social, abordando explicaciones causales simples. Para este niño, el tiempo es discontinuo, y luego de un largo proceso constructivo lograra la percepción de la continuidad temporal. Pero si bien se encuentra en la etapa del tiempo práctico o vivido y para el, el tiempo se remite a una sucesión poco diferenciada de los hechos de rutina, comienza sin embargo a “representar” ciertas relaciones temporales pues logra retener en su mente acontecimientos que puede evocar aun en su ausencia.
“En un niño que llega por si solo a la marcha, los pasos previos que le permitieron llegar a esta serán muy diferentes a los que lo hicieron a partir de un adulto que lo sentó, lo paró y lo llevó de sus manos para que diera sus primeros pasos, ya que el primero, lo hizo a partir de experimentar sus propias posibilidades en cada momento de su desarrollo, a su tiempo y en la medida de sus motivaciones, ejecutando para ello un abanico de posiciones intermedias que le aportaron un conocimiento profundo y acertado de sus capacidades motrices, como también la correcta coordinación, la maleabilidad y la armonía de sus movimientos junto con un equilibrio y finura de sus gestos producto de la elaboración, ejercitación y apropiación paulatina de sus logros”.
“Un bebé satisfecho emocional y fisiológicamente, acostado boca arriba tiene el mundo frente a sus ojos. Está estimulado por una multiplicidad de agentes externos que le llegan a través de sus sentidos. Si tiene ropa cómoda y una base firme de apoyo puede interesarse y manipular los objetos de su interés con tranquilidad y seguridad empleando para ello toda su atención. Lo realiza de costado en el piso o boca arriba, utiliza todos los músculos para cambiar de postura mientras manipula. Si está de costado se sostiene con la pierna y el brazo de la misma lateralidad apoyada a lo largo mientras que con la otra pierna en flexión equilibra su cuerpo logrando estabilidad y maleabilidad. Si aún esta posición no le es la más familiar es probable que vuelva o permanezca en decúbito dorsal para sentirse cómodo y tranquilo”.
En el bebe que se le da la posibilidad de estar recostado sobre una alfombra con almohadones en los costados, que cumplen la función de marcar los limites además de que le proporcionan seguridad, con objetos de colores que le llamen la atención, que estén al alcance de su mano, podemos observar posiciones intermedias como: semisentado, de costado, con apoyo del codo, pasaje de semisentado a cuadripedia, sedestación, desplazamiento, etc.
Pretender que un niño investigue, explore desde una posición que le resulta sumamente forzada sólo da lugar a frustraciones o manifestaciones de enojo o todo lo contrario, apatía. Y si llegara a poder hacerlo estaría seguramente ejercitando de manera disarmónica su musculatura, por lo cual su desarrollo ya no sería parejo. Por ejemplo un bebé al que han sentado de muy pequeño y que no puede salir de esta posición, no solo depende de que otro lo saque de esta, sino que además está manipulando con sus manos en una postura tensa, rígida, "sosteniéndose" para no caer de costado, muchas veces con la cabeza "hundida" en los hombros, mientras que sus extremidades inferiores están inutilizadas ancladas, sus caderas inmóviles. Por lo tanto el tren superior está siendo más ejercitado, más estimulado que el inferior produciéndose una ruptura en el desarrollo de la motricidad global.
La concentración que un bebé le otorga a un elemento, sonido y/o persona es proporcional no sólo a su madurez sino a la posibilidad de hacerlo sin la interrupción de un adulto ajeno a estas experiencias fundamentales. Conocer implica un proceso de apropiación con un tiempo de experimentación exhaustivo y necesario. Pero si consideramos que el niño necesita de nuestra intervención constantemente sin discriminar cuando es necesario y cuando es un avasallamiento, entonces no podemos hablar ni de niños "competentes", capaces, ni de las necesidades individuales. Estaríamos hablando de una cosa y haríamos otra.
“La posibilidad de explorar el entorno entonces ya no queda circunscripta a la adquisición de la marcha pues desde que el bebé boca arriba, gira a la posición decúbito ventral y vuelve hacerlo a decúbito dorsal comienza la posibilidad de adquirir el rolado y luego el reptado y con estas la de acceder a un mundo no tan cercano pero si de su interés. Es así que desde mucho antes del gateo inclusive, los bebés pueden ampliar el horizonte de su conocimiento y esto sin la ayuda del adulto”.
Si observamos al bebe, aunque no en todos sucede de la misma manera, podremos ver que dándole la posibilidad de jugar sobre la espalda libremente, de experimentar infinidad de posiciones intermedias, aparecerá también, en este lento proceso el intento de ponerse de pie, de incorporarse con una pierna flexionada primeramente y buscando un punto de apoyo para llegar así a la verticalidad, es decir que, esto nos demuestra que el bebe aprende solo a organizar su desarrollo motriz, aprende solo a sentarse y aprende solo a pararse porque esta programado genéticamente para que esto suceda.
“Un niño que tiene con el adulto significante una relación, un vínculo satisfactorio, profundo, que le aporta seguridad y confianza en sí mismo, está mejor preparado para abrirse al mundo. Esto le permitirá, explorar, experimentar y finalmente conocer su entorno".
Para iniciar este proceso de conocimiento debe lograr tener una aproximación y apropiación de los objetos de su mundo próximo e intentar relacionarse con estos, de la mejor manera. En una primer instancia será lo que esté a su alcance, partiendo de la exploración de su propio cuerpo, manos, pies, etc. y los que el adulto le acerque. En un segundo momento y simultáneamente al comienzo de los desplazamientos, el bebé incursionará en su medio comenzando paulatinamente a alejarse y acercarse del adulto que lo sostiene afectivamente, entrando en una fase de autonomía, siendo el adulto el que le permita o no, sentirse competente, "capaz de".