Categoría: Escrito por Anahí Canales

De acuerdo a sus posibilidades cognitivas el niño vivirá diferentes experiencias de aprendizaje que le permitirán acercarse a la abstracción del tiempo y del espacio.
Es por ello necesario comenzar a utilizar desde la más temprana edad, recursos y procedimientos para que el niño pueda pasar de las acciones concretas a las abstractas de la manera más natural para ellos como es a través del juego, de manera lúdica.
Tanto el tiempo como el espacio requieren de una verdadera construcción por parte del niño, que ira diferenciando el tiempo personal, del histórico (que pertenece a los hechos colectivos que se cuentan en duraciones y periodizaciones sociales) y su espacio vivido, del geográfico, representado convencionalmente. Los conceptos de tiempo histórico y espacio geográfico son construcciones disciplinarias y para su logro es indispensable que los alumnos atraviesen por procesos de conceptualización y de generalización. Como sabemos, el tiempo de los acontecimientos históricos se asienta sobre las ideas y nociones temporales alcanzadas previamente por el niño en lo personal.
Cada niño tiene su historia y de ella habremos de partir, para eso nos podremos valer de recuerdos, testigos, documentos, fotos, etc.
Con respecto al alumno de Jardín de infantes, debemos recordar que las características de su pensamiento influyen en la organización del mismo, pues al encontrarse en el pensamiento egocéntrico, ubica todo, solo en relación con “su” tiempo (no comprende por ejemplo, que el mundo haya existido antes que el y que seguira existiendo después) vive su tiempo personal y se refiere al mismo en relación a sus experiencias diarias en contextos próximos (su familia, su jardín, etc.). Además, capta la duración en relación y unida también a su propia acción, el “antes”, por ejemplo, es “antes de ir al parque”. En el interjuego del tiempo y el espacio, se estructuran relaciones causales y multicausales, estas harán las Ciencias Sociales comprensivas y explicativas.
Recordemos que el niño de este nivel, se encuentra en pleno proceso de individualización y socialización y su pensamiento es egocéntrico. El mundo es como le parece, no puede salir de su punto de vista, al comienzo no se percibe a si mismo como sujeto separado y distinto de los objetos. Esto caracteriza el realismo de su pensamiento. El niño cree que todo aquello en lo que piensa, existe, aparece y se manifiesta.
Pero paulatinamente irán desapareciendo las llamadas filosofías interinfantiles, resultantes del egocentrismo y del sincretismo.
Desde el Nivel inicial debemos estimular esta construcción al promover experiencias que provoquen en los alumnos conflictos cognitivos (Induciéndolos a establecer relaciones y confrontar sus diferentes puntos de vista) al observar y analizar diferentes contextos de la realidad e intentar comprender su entramado social, abordando explicaciones causales simples.
Para este niño, el tiempo es discontinuo, y luego de un largo proceso constructivo lograra la percepción de la continuidad temporal. Pero si bien se encuentra en la etapa del tiempo práctico o vivido y para el, el tiempo se remite a una sucesión poco diferenciada de los hechos de rutina, comienza sin embargo a “representar” ciertas relaciones temporales pues logra retener en su mente acontecimientos que puede evocar aun en su ausencia.

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